LEYENDAS

* PILLCO MOZO

Distrito de Pillco Marca – Huánuco.
A pocos kilómetros de Huánuco, en las alturas de la hacienda Cayhuayna, en las faldas del Marabamba, distrito de Pillcomarca, se observa la superposición de tres piedras, de tal suerte que mirando desde Cayhuayna se puede apreciar la figura del imponente Pillco Mozo. Su porte gallardo, recostado sobre el muro, con el poncho terciado, da la impresión de ser un centinela atento para la ciudad de la “Eterna Primavera”. La leyenda dice que el joven Chupaycho Cunyag se enamoró perdidamente de la bella princesa Pillco Huayta, hija del valeroso curaca Achapuri Inquil Tupac. Su amor fue tan profundo que ambos jóvenes terminaron amándose. El padre, al enterarse de la osadía de su hija, se opuso rotundamente, ya que tenía escogido para ella a un valeroso guerrero Panatahua. Los jóvenes enamorados, desoyendo las palabras del curaca, huyeron hacia el lugar denominado Nunash y se instalaron en un pequeño palacete, ahí se atrincheraron. Cunyag, al saber que el padre de su amada se dirigía hacia Nunash con un poderoso ejército, instruyó al Pillco Huayta para que huyera y diera aviso a los Chupaychos, mientras él y los suyos le entablarían resistencia. La princesa concurrió rauda a cumplir la misión mientras el joven lo esperó dispuesto, incluso a sacrificar su vida.Su sorpresa fue tal, al ver al Amaru que guiaba al ejercito del curaca, Atemorizado, Cunyag huyó con dirección al lugar de su origen. El terrible Amaru, al ver que corría el mozo, levantó las alas y sentenció que se convirtiera en piedra. Fue así que cuando contemplaba a su pueblo desde las alturas del Marabamba, sintió que lentamente su cuerpo se transformaba en piedra, entonces, viéndose perdido y antes que su cabeza se petrificara, con un grito que se escuchaba a muchas leguas, ordenó que Pillco Huayta huyera hacia la selva para librarse de la cólera de su padre. El Amaru, volteó el rostro hacia la selva, se levantó en ligero vuelo y al encontrar a la princesa a orillas de un caudaloso río, sentenció que se convirtiera en una enorme montaña para que la desobediencia de ambos jóvenes quedar a manera de una lección para la posteridad. Hoy, podemos apreciar a estas dos figuras en eterno reposo: a Pillco Mozo, en Huánuco y a Pillco Huayta (Bella durmiente), en Tingo María.



* LA BELLA DURMIENTE



Ciudad de Tingo María – Leoncio Prado.El jefe de los Tinganeses narraba a sus súbditos, en las noches de luna y alrededor de una fogata, las grandes hazañas que realizaron sus antepasados. Ese cerro que ven, mirando a la Bella Durmiente, antes no existía. Ese cerro es una de las hijas del Dios Wiracocha, a la que convirtió en montaña por desobedecer sus ordenes. Antes todo ese lugar era una extensa pampa donde los animales y el hombre vivían en completa armonía, como hermanos. De pronto apareció la discordia y el odio; la cual empezó una feroz lucha entre los animales y el hombre. Al ver esto el Dios Wiracocha, envió a su hija para pacificar el lugar. Pero le advirtió que no vaya a tener hijos de ningún ser mortal; si así lo hiciera sería castigada. En cuanto llegó la mensajera del Dios Wiracocha, reunió a los animales y hombres y les manifestó que mejor era vivir en armonía y paz, que esto era el deseo de su padre. Les habló tan dulcemente que todos le hicieron caso, volviendo a reinar la tranquilidad. En la tribu vivía un apuesto y esbelto joven, de quien quedó prendada y con ayuda de la Chicua, llegaron a ser amantes. Por entonces la Chicua era una ave de hermoso plumaje, cuyos ojos brillaban como dos rubíes. Entonaba un canto melodioso y enternecedor, que cautivaba a quien la escuchara. Cuando el Dios Wiracocha supo que su hija había desobedecido sus ordenes, aceptando a un amante, y que de esa unión había nacido un niño, decidió darles un terrible castigo. Su intención era convertirla en el ser más horrendo de la tierra, pero por los ruegos de su esposa, quien le imploró que tuviera piedad de su hija, el Dios cambió de parecer, y decidió convertirla en una montaña. El día oscureció. Empezaron a caer rayos, y los truenos retumbaban en el paisaje que se ve ahora. Su hija quedó transformada en una montaña, que ahora se le conoce como el cero de la Bella Durmiente; a su amante lo convirtió en el feo Chulla chaqui, y al hijo de ambos en el Yacumama. A la Chicua le privó de su vistoso plumaje, y su melodioso canto se convirtió en instigador. La convirtió en ave de mal agüero para que sea temida por los hombres. A los demás habitantes los dispersó por la selva, formándose así las diversas tribus.
La luna se ocultaba tras el cerro de la Bella Durmiente, cuando el jefe terminaba de contar esta historia

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